lunes, 12 de diciembre de 2011

Inflexión


Esta semana pasada las cosas han cambiado. Esta semana, ya no es como la semana anterior. Si todo va como parece, la semana que viene pasarán más cosas. Y así.

El amor toma nuevas formas porque lo ves con nuevas ópticas. Me he endurecido. No respeto las novias de nadie. Me salen Judas. Me toman por Cristo. La violencia es mía y no le tengo miedo porque no me tengo miedo.

Las nuevas obras, en equilibrio entre lo que unos llaman bien y otros llaman mal. Fumo un purito, pienso en Godard y entonces veo claro que haters gonna hate. Este es un mundo de chulos y putas. Y a mí me dicen Hustlin.



Toda experiencia traumática encierra una respuesta que calma el alma a la par que ensancha. Pero nunca es obvia, porque si no, la vida no tendría gracia. La metáfora del parto, a poco que lo pienses, explica prácticamente todo.

No sé cuándo volveré a cantarle al amor. Sé que no muy tarde, pues aún algunas se aventuran a cogerme de la mano. Y cogerme de la mano es mal negocio. Me cogen de la mano y les doy el brazo. No todo va a ser tierra y escamas.

El dinero es la prisión de otros. La prisión solo es la cárcel del cuerpo.

Me disculpo por esta actualización tan floja. Tan teen. Yo hacía cosas así antes, en los primeros blogs, y es curioso ver como tengo (¿los tengo realmente?) los mismos problemas ahora que con 15 años.

Me encanta mi vida. Su altibajos. Sus traiciones. Sus regalos. Salir a correr. Sentarme a meditar. Soñar con mi sobrino diciéndome que me quiere. Con mis amigos, por pocos que sean. Me encanta sentir ira, controlarla, someterla y enamorarla. El sexo, la lectura y las artes marciales también me encantan. Escribir esto estando resfriado.

Amo a las mujeres. A las que me amaron, a las que me aman y a las que me amarán. Lo siento, chicas. No puedo evitarlo como vosotras no podéis entenderlo.

Ya iremos viendo. En la discoteca de mi alma siempre suenan temazos.